Vuelve nuestro colaborador Javier Sánchez con una reseña de ‘Kedada‘, el cómic de Sebas Martín editado por La Cúpula.

Arco iris desteñido

El director de cine español Manuel Gómez Pereira comentaba con motivo del estreno de su obra ‘Por qué lo llaman amor cuando quieren decir sexo’ (1993) que era la mejor forma de conocer el mundo de la pornografía en vivo y los ‘peep shows’ sin necesidad de entrar en uno. Estaba en lo cierto, sin duda, si bien se olvidó mencionar que se obviaba la mejor parte, la que empieza y termina por X. De la misma forma, los cómics de Sebas Martín son la mejor forma de conocer el ambiente gay, sus hábitos y reglas no escritas, como si de una comedia de costumbres teñida de arco iris se tratara. Y eso sí, sin obviar, en esta ocasión, la X. Todo ello haciendo gala siempre con un espíritu desengañado y en ocasiones, incluso didáctico.

En ‘Kedada’, su última creación (editorial La Cúpula), Martín sigue los pasos de Peluche, un maduro guionista de cómic y su peculiar familia: un ex que todavía vive con él y que no duda en traerse los ligues a casa, el hijo veinteañero del protagonista o la madre de este con su nuevo marido y sus hijos pequeños. Todo ello en los preparativos, precisamente, de una ‘kedada’ de osos – para el que aún no lo sepa, el estereotipo homosexual que mezcla corpulencia y mucho pelo.

El protagonista, calvo, con gafas, entrado en carnes y “una edad prostáticamente comprometida”, como él mismo dice, deambula de aquí para allá, de garito en garito, y de sauna en sauna, entre breves destellos de ilusión por encontrar un alma gemela y el desengaño continuo teñido siempre de luces de neón, alcohol y en ocasiones también droga -en un momento de la ‘kedada’ uno de los personajes llega a decir que “hay tanta gente metiéndose, que el polvillo flota en el ambiente”- hasta que todo se lo acaba tragando el fundido en negro de un cuarto oscuro y el humor, inevitablemente, se convierte en cinismo.

Todo ello contrasta, sin embargo, con las relaciones que mantienen el resto de personajes que rodean al protagonista, casi siempre festivas y despreocupadas. Hijo, ex y amigos, no dejan así de animar a Peluche a romper una barrera que, insinúan, se auto impone sin necesidad en la Disneylandia del Amor a la que cantaba Fangoria en uno de sus primeros discos. Sebas Martín y su personaje son así, sobre todo, búsqueda más allá del pretendido arco iris que quiere ser el mundo gay de fiestas y discotecas, la nostalgia indefinida del que siempre vuelve solo al hotel y siempre, el blindaje inquebrantable que son los amigos, la familia y los ex de buen corazón.

Se nota en el autor además un dominio cada vez mayor del trazo, aunque la portada acaba dejando siempre con las ganas de disfrutar a Martín en color, como ya hicimos en una obra que parece ya muy lejana, ‘Vacaciones en Ibiza’, (Editorial Egales 2003) guionizada por el escritor Lawerence Schimel

También es muy de agradecer, por otra parte, a La Cúpula, su clara apuesta por el cómic gay de calidad hecho en España y que muestra algo más que cuerpos apretados y genitales desproporcionados. Aunque también los muestra, ¿Por qué no?, y eso, para muchos lectores, siempre es de agradecer.- Javier Sánchez Blasco